jueves, 14 de marzo de 2013

El viaje


El viaje empieza aquí:
una niña-mujer se abre al mundo
con el tacto susurro de sus dedos
tocándose.
Siglos, continentes enteros, negando
esta sencilla historia de amor.
El no tiene forma de agujero,
el cero,
la nada.
Lo visten de oro o de indecencia,
lo disfrazan, lo engalanan a veces
-el día más importante de tu vida-,
lo repudian
-el día más nefasto de tu vida-,
puro o completo
tu cero, tu sí, tu no,
y mientras tanto olvídalo,
tenlo siempre presente,
entrégalo, presérvalo, de todos modos
hazlo de los otros.
Pero entonces
una niña-mujer se ve desnuda,
deshace el camino,
siglos, continentes enteros,
la sombra del patrón,
su mamá y la mamá de su mamá,
y emprende el viaje.


Este es el último poema que leí en La Hormiga Atómica. Y el que se llevó el calor de los aplausos, calor para seguir el viaje, por las líneas, hoy, sobre todo, curvas.

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