Primero fue el rostro enrojecido,
alguien me dijo que tenía buen color, qué extraño, después de haber pasado la noche en vela... Advertí que era a causa
de los restos de sal.
Al ver las fotos, constaté otro efecto:
los párpados hinchados.
Cualquier día, al volante,
todo se vuelve nítido: los árboles, las piedras, la línea discontinua, el horizonte.
El motivo, la curva exacta que una gota de agua da a mi córnea.
Y saber que sucede como un peso en el fondo del cuerpo, más o menos en el centro, algo que no se apoya
y no encuentra postura.
(extraído de Línea Discontinua)