Como ya hice con El globo, hoy me ha tocado revisar La trapecista. Es uno de mis poemas más queridos, y creo que también uno de los que ha gustado más. Así que lo reescribo con un poco de temor, pero necesariamente para incluirlo en el poemario que estoy elaborando.
Lo habría titulado de otra forma para distinguirlos, pero no encuentro un título más adecuado (cuando esté el libro listo lo entenderéis).
Esta es otra trapecista que nada tiene que ver con la primera, excepto en el oficio de artista… Aquella se despegaba de la poeta y viajaba (quizá) a otros brazos. Esta, libre también como aquella, sufre de una terrible soledad, a pesar de la admiración del público (la poeta se disuelve en él), y su libertad paga el precio más alto.
Siento que he enfrentado un tema con el que nunca antes me atreví. Espero haber completado mi propio salto mortal dignamente. ¿Qué me decís?
Aquí tenéis a la trapecista original, por si quisierais recordarla…
Y esta mi nueva (y trágica) trapecista:
La trapecista
Muy quietos en la
arena
aguantábamos la
respiración.
Queríamos tocar
contigo las estrellas...
Pero tú
apenas nos veías,
todo te daba vueltas
y vueltas,
de unos brazos a
otros,
pero siempre en el
aire,
siempre extraña a
la tierra.
Así que un día
te balanceaste
cada vez más
arriba
cada vez más
impulso...
¡triple salto
mortal!
sin redes, sin
remedio,
completamente tuyo
para siempre
jamás.