Su amante le ha
llamado sirena.
Al principio no
lo advirtió,
ese nombre, como
un escalofrío
recorrriendo sus
piernas.
Sí, sirena, me
llamo sirena,
no estrecha, no
virgen, no niña,
sirena,
maldita como
otras que no fueron tampoco
lo que dicen que
son las mujeres.
Y se monta en las
olas
y da
unos primeros
pasos en la arena
blanda, mansa,
caliente,
el único camino
a tierra firme
que recorren sin
miedo las sirenas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario