Vamos con Sirena, que era difícil y raro y ahora lo sigue siendo pero un poco menos. Cada vez más mío y más de todas, me gustaría, de tantas que somos menos o más o casi pero nunca mujeres. Estos versos son nuevos, y la palabra estirpe, al lado de maldita(s), que debo a la lectura del último libro de Itziar Ziga y que se plantó aquí, resolviendo el poema. Gracias.
Gracias a todas las que cuestionan el término mujer, sin las cuales personas como yo tendríamos aún más rara y difícil la vida en tierra.
Sirena
Alguien ha sido
dulce
y le ha dicho
sirena,
y ha sabido de
pronto su nombre.
Era un escalofrío
subiendo por sus
piernas.
Sí, sirena, me
llamo sirena,
no estrecha, no
virgen, no niña,
sirena.
Maldita como
tantas
por ser menos, o
más, o casi, pero nunca
mujeres.
Ahora, fiel a su
estirpe,
se montará en las
olas
y dará
unos primeros
pasos en la arena
blanda, mansa,
caliente,
el único camino a
tierra firme
que recorren sin
miedo las sirenas.
Esta es la entrada del poema original. La pongo, sobre todo, por el dibujo, como anillo al dedo, de Miriam Cameros.