miércoles, 10 de abril de 2013

Mi librera favorita


Pensaba hoy que, para alguien que escribe, la vida tiene un raro interés literario, mayor, a veces, que el interés por la vida misma, o, mejor, que la vida de lo escrito es una doble vida en el buen sentido de la expresión.
Quizá sea porque estoy leyendo un libro* en el que se van alternando las historias que cuentan la abuela, la madre, y también sus dichos y refranes, una especie de mil y una noches, con la propia historia de los personajes, y todos los acontecimientos sociales, políticos, etc, que suceden como fondo. Todo está fantásticamente entremezclado y, sin sus cuentos y palabras, la vida de aquellos resultaría realmente tan larga en minutos como la de cualquiera.
También pienso que es una tontería todo esto y que hay un montón de aventuras en la vida real. Pero, otra vuelta más y me pregunto: ¿amorosas? ¿profesionales? ¿familiares? ¿políticas?, ¿no obedecen al carácter narrativo de cada cual? Uno cuenta de sus enfermedades, otra de sus conquistas... ¿No son también vidas hechas relato?
Um. Supongo que soy poeta. Supongo que nadie puede entender que yo sea tan feliz escribiendo un beso como dándolo. Y, por supuesto, más feliz contando algo que ni siquiera ocurrió, o que en la realidad duele. Incluso a veces, espero que un suceso me ofrezca algún tipo de final para tener la historia completa... Aunque siempre puedes imaginar, qué placer.
Sin embargo, hoy, también hoy, le estaba contando a mi librera favorita mi última obsesión, los capítulos de mi última obsesión, para ser exactos. Sí, creo que hablo en capítulos. Y entonces, ella dice: ¿por qué no escribes algo sobre eso? Mi librera favorita, lectora insaciable, ella también tiene muchas vidas... Y me echo a reír. No soy la única zumbada, ella quiere, más que mi confidencia, y aunque pierda el parecido, ¡ese trozo de vida en un texto!


*La vida es un caravasar, Emine Sevgi Özdamar

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