Otra vez he hecho el payaso. Porque he querido, como siempre, pero no, no ha habido aplausos. ¿Risas? Casi, es decir, tampoco.
Bueno, no siempre se puede triunfar. Hay que probar de todo hasta dar con la clave, y luego otra vez, cuando se te gasta la gracia.
Es lo que más me gusta del oficio: buscarle las cosquillas a la gente. Y probar, hoy aquí, mañana, allí.
A. dice que los payasos tienen la nariz roja porque tienen enfermo el corazón.
Entonces alguien ha debido de curarse porque nos encontramos una nariz de payaso en el suelo el otro día. Había cogido polvo y me puse a estornudar.
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