¿Te acuerdas?
Nos gustaban las
heridas.
Ilustraban relatos
de aventuras.
Heroínas y héroes
nos dejábamos
literales la piel,
los dientes,
los zapatos.
Nos gustaba tentar
el equilibrio.
Nos gustaba
inventar algunas veces
su origen, que por
algo eran nuestras
cicatrices.
Las mirábamos
bien.
¿Cuándo fue que
empezamos
a quejarnos?
¿Por qué ahora
tanta pena
y tan poca gloria?
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