Cuando era una niña que escribía poemas, buscaba libros de poesía en las bibliotecas. No tenía ni idea de qué me podría gustar, así que los abría, hojeaba, escogía. Luego los leía en casa. Después de leerlos, copiaba los mejores (para mí) poemas en hojas de papel y los guardaba. Junté unos cuantos, los releía. Luego dejé de hacerlo.
Después he descubierto muchos poetas, he comprado libros, me he deshecho de algunos, es decir, no he vuelto a leerlos. He cogido muchos en bibliotecas.
Ahora, como entonces, sigo buscando. Sólo que además tengo internet y un ordenador con carpetas. Y otra vez me he puesto a copiar poemas, ahora que soy mayor y se supone que no tengo tiempo.
yo tenía un cuaderno, al que llamé fragmentos.
ResponderEliminary luego, en la biblioteca de la uni, cogía libros de la sección de poesía y los abría por cualquier página cuando debía estar estudiando.
ahora tengo un bloc de notas: http://www.google.com/notebook/
y sigo sin saber casi nunca dónde está lo que busco... ;)
Lo de [h]ojear me ha gustado mucho, oye. La hache amoldada como una gelatina a los rincones donde habitan los duendes. Genial.
ResponderEliminarYo copiaba los fragmentos de libros que me gustaban, y me los aprendía de memoria.
ResponderEliminarEl tiempo... lo empleamos, lo moldeamos, lo agrandamos, lo exprimimos... pero siempre tenemos tiempo para lo que más nos gusta! Como esto
Sí! Siempre andamos "perdiendo el tiempo", ¿verdad? Me encanta, me pierde, me pierdo, y me encanta que lo perdáis conmigo. Gracias chicos.
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