De niña me decían
no hay que llorar,
y luego, ya crecida,
hay que llorar.
Y yo, que soy rebelde,
no he querido aprender
ni a llorar ni a dejar
de llorar.
Así que lloro a veces
a la hora de la siesta
o en los días de fiesta.
Y otras veces no lloro
ni muerta
aunque me pille el dedo con la puerta.
Mis lágrimas son mías
mías mías
y de nadie más
y las quiero bien vivas.
domingo, 23 de diciembre de 2012
No hay que llorar, letra
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Me encanta...
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