Atravesando el parque, pasé entre los niños. Una niña, a mi derecha, apuntaba con sus dedos, indíce cañón y pulgar levantado gatillo, a otro que estaba a mi izquierda. En el momento en que cruzaba la línea de fuego, levantó la pistola prudentemente, y luego la volvió a bajar, veloz, hacia su objetivo.
Fue así como entré en su fantasía.
Quizás la niña no fuera real y era tu fantasía.
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