De aquel viaje recuerdo un bar
pequeño y escondido
quizá recién abierto, dos personas,
parecían hermanos
por el modo en que estaban
juntos y separados, juntos
—él atendía, ella hablaba con él—;
sus colores, los pasteles, un buda y, entonces,
una música lenta, en nuestro idioma, algo rasgado y triste, con
arreglos de jazz,
que me hizo llorar —como a diario entonces—, volvera llorar
y a mi amigo, cogerme
de la mano, detenerse conmigo otra vez —fue así nuestro viaje—;
la mujer —nos miramos serenas a través de mi llanto—
y él —consultó entre sus discos y me dijo tu nombre
orgulloso, contento—.
No quería perderte. Te conocí ese día.
Bueno niña. Ya he paridoooooo!!!!jeje.
ResponderEliminarQueria hablar contigo xo no tengo tu mail. Si tienes un segundo pasame tu mail. Mi mail esta en mi blog.
Jodo frodo que comentario mas chungo.
Aléeeee!!! muases desde Uesca
Me ha encantado! Sencillamente suave, con ritmo, lento, atrayente, delicado, blanco, melancólico, lleno de magia...
ResponderEliminargracias!