Céu espera hasta
el último minuto,
le da un beso que
la deja sin respiración
y se sumerge en el
autobús,
cinco horas
antes de sacar la
cabeza en su ciudad.
Tierra la mira
desde el andén,
tiembla como una
rama o un trampolín.
Saldrá de la
estación con los ojos brillantes
pero tarareando
ese temblor.
Fue algo rutinario durante unos años, esto que cuentas, y es bonito, ahora, verlo así!
ResponderEliminarAy, Eloise, y ahora ando yo en esas... jajaja
ResponderEliminarGracias por tus comentarios. Al final no seguí con lo del premio, sigo con mis entraditas cortas y no cojo tiempo, jeje, igual lo hago en tu blog... ;)