lunes, 15 de febrero de 2010

Un día ideal

Es invierno y llueve, la tarde ideal para sentarse a escribir. He terminado la jornada laboral. No he traído preocupaciones del trabajo. Ningún ser querido en peligro: ni físico, ni psíquico, ni económico. He despejado todos los demás asuntos urgentes: comida en el frigo, ropa limpia, casa habitable. Y me quedan horas por delante antes de la oportuna para irme a dormir. (En caso de ser religioso/a, cumplidos los ritos)
O por el contrario: hace sol.
O me duele la espalda. O las articulaciones.
O tengo sueño, hambre, estoy preocupado.
O me han llamado cantidad de veces, por cantidad de cosas.
He tenido un día de perros.
He discutido con mi pareja. Con mis hijos. Con las suegras.
No sé qué demonios voy a cenar.
Mira qué hora es.
Ay, entonces, si consigo sentarme frente al ordenador, frente a la ventana, y los dedos corren por el teclado, entonces sí que puedes estar segura de que es la tarde ideal para escribir.
Qué maravilla.

1 comentario:

  1. si quieres me invento un par de inquietudes...pero las articulaciones no, esas que no te duelan!! un besazo

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