domingo, 9 de junio de 2013

Todas somos putas


El día 2 de junio torturaron hasta el coma a Mauren Ada. Falleció el día 5. Poco después supimos que el asesino había acabado también con la vida Jenny Sofía. Este trabajo esta dedicado a ellas.


El domingo supimos de ti.
El domingo era el día internacional de las trabajadoras del sexo.
De ti dijeron que eras prostituta,
por no decirte puta, y por no decirte trabajadora.
Luego dijeron nigeriana, africana, inmigrante.
Destacaron sobre todo que eras mujer,
pero no una mujer cualquiera, o sí.
Se abrió un debate en las redes sociales
sobre cómo calificar el crimen, la agresión, la violencia.
Se dieron noticias amarillas, grises, lilas.
Te buscábamos en ellas,
nos buscábamos también nosotras.
Al principio, y lo comprendo, muchos quisieron alejarse
de ese lugar oscuro donde impunemente alguien tortura
y alguien sufre dolores indecibles,
y hablaron de frikis transtornados
y profesiones arriesgadas,
como si fuese un mundo extraterrestre, un mundo
que en nada se parece al nuestro.
Pero nosotras
te estábamos buscando, y no consentiríamos
que nos dijeran mire hacia otro lado,
no se detenga, circule.
Nos quedamos clavadas en el sitio,
mirándote, sintiendo ese hilo de vida.
Nos sentamos en esa silla del gimnasio,
y te acompañamos al hospital.
Te estábamos buscando,
nos estábamos buscando a nosotras mismas.
Supimos más de ti, que llevabas un año en la ciudad,
tu esquina, tus orígenes, tu lugar en el mundo,
sí, en este,
tu nombre: Mauren Ada.
Tu nombre: Mauren Ada.
Y dijimos: todas somos Mauren Ada.
Somos mujeres solitas en la noche,
tenemos relaciones sexuales pactadas,
relaciones sexuales que no consentimos,
familia, hermanos y hermanas,
el peso de la tradición y de la religión,
vergüenza y desvergüenza,
secretos y mentiras.
El miércoles respiraste por última vez
y nos ahogaron las lágrimas.
Queríamos quemar la ciudad.
Luego supimos de Jenny Sofía.
Todas somos Jenny Sofía.
Hoy es noche de viernes, se ha desatado la tormenta.
Mal rayo parta a los asesinos,
mientras tanto, saldremos a hacer nuestro trabajo.


2 comentarios:

  1. El territorio de los atenuantes mentales que nos autoinfligimos es espantoso; un mundo tenebroso custodiado por lo más deleznable del inconsciente.

    ¿Y si en la silla hubiera estado sentada una niña de buena familia [una de las nuestras] a punto de presentarse a la selectividad?

    Ningún rayo partirá por la mitad al asesino: ese es nuestro trabajo.

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  2. te confieso que estuve dudando con el "mientras tanto", ya que coincido totalmente contigo en que es nuestro trabajo. Me costó resolver el final del poema y al final, pudo más el seguir a pesar de todo, como ellas lo hacen, en la calle, sin encerrarnos.
    Pero me alegra mucho que, de algún modo, te lo haya sugerido.
    Y espero también que, de algún modo, nuestras maldiciones hagan blanco.

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