miércoles, 30 de enero de 2013

Bailar


En Línea Discontinua había un poema sobre rotondas, decía así:

Rotondas

Nos seguimos medimos cuidamos, dos carriles y luego
entramos uno detrás de otro, giramos y salimos, en la primera aún juntos
en la siguiente no
quizá,
como naipes lanzados repartidos volamos
y otra vez otra distancia mínima, con aquel, más prudente, más larga,
y otro círculo
que nunca se completa.


Hoy, salía del Polígono escuchando una de las muchas versiones de Libertango, y he entrado en una rotonda, y he bailado con el coche, ¡lo juro!, llevándolo del volante.
Un suave y seguro giro, espontáneo y preciso, y cómo lo he disfrutado. Cuando los pasos son tan tuyos que ya no te distraes midiéndolos, y se coordinan solos ojos, manos y pies, eso es bailar.
Y claro, me he acordado de aquellas rotondas que escribí, cuidadosas y atentas con las distancias...



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