martes, 13 de octubre de 2009

La poesía es fácil

La poesía es fácil. La poesía es fácil. Repetid conmigo: la poesía es fácil. Cien veces, vamos.
Vamos, no le tengáis miedo. Lo que pasa sencillamente es que hay mucho truño (la palabra truño no está en el Diccionario, RAE dixit). Hay mucho poema chungo, es cierto. Venga repetid conmigo: hay mucho poema chungo. Si coges una novela que no te gusta, ¿qué haces? Pasas, la apartas, la dejas. No me digas que la lees sólo porque alguien te dijo que le encantó. Sí, a veces le das una oportunidad, vale, de acuerdo. Avanzas unas páginas, puede que hasta cien, puede que hasta la leas entera, bien, eres cabezota. Pero al final dices no me gustó, lo intenté, por si acaso, pero no me gustó. ¿Y por qué no haces lo mismo con un libro de poemas? Dale una oportunidad, déjalo si es un rollazo, y si sigues, cabezota, di que es un pestiño al final. Pero no digas, no, por favor: es que no lo entiendo. No entiendo la poesía. Venga ya. Estoy harta de eso. Los poetas no son especiales ni hablan otro idioma. A veces simplemente lo hacen mal.
No hay cosa más fácil de leer que un poema. Es corto, rápido, enseguida puedes saber si te gusta o no. Aunque no lo entiendas. Pero, ¿qué hay que entender?
¿Acaso una canción te gusta porque la entiendes? ¿Un paisaje? ¿Una persona? Venga ya. No me lo creo.
Hacer un buen poema no es fácil. Encontrarlo tampoco, pero haberlos haylos. Nadie te está pidiendo que seas un experto. Sólo un lector. Aprendiste a leer en primero, y a disfrutar mucho antes, y a decir sí o no. Sólo son palabras, ritmo, canciones sin música. Nada más.

4 comentarios:

  1. Vaya, aunque no te haga gracia, suelo decir que no entiendo de poesía. Pero bueno, me suele asquear la poesía que divaga sobre ideas pseudo-elevadas o sublima lugares comunes -como el amor, la primavera y las comisuras de los labios- y sí que me gusta la que habla de cosas concretas. Por ejemplo:

    Yo cuanto existe celebré, cebolla,
    pero para mí eres
    más hermosa que un ave
    de plumas cegadoras,
    eres para mis ojos
    globo celeste, copa de platino,
    baile inmóvil
    de anémona nevada

    y vive la fragancia de la tierra
    en tu naturaleza cristalina.

    Pablo Neruda. Parece coña pero le dedicó un poema a la cebolla.

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  2. Creo que precisamente en los detalles, en la realidad a fin de cuentas, es donde se sitúa mejor la poesía. Lo demás es hablar por hablar, y cuando uno habla sin contar nada, termina recurriendo a los tópicos, ¿no crees? ¿Para qué escribir entonces?
    Supongo que conocerás las nanas de la cebolla de Miguel Hernández, uno de mis poemas favoritos.

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  3. Uy! No conocía las nanas de la cebolla! Mira que he leído cosas de Miguel Hernández, pero no había oído hablar de esos poemas. Lo último que me he leído de este poeta, y que demuestra de forma brutal la importancia de la lírica a la hora de acertar con un mensaje, es aquel librito que regaló el diario Público hace unos meses, donde se recogían las crónicas que hizo un jovencísimo Miguel Hernández sobre la guerra civil. Se ponen los pelos de punta al ver de qué manera narra las batallas, los episodios que suceden en Madrid o en el frente, la falta de información que había en retaguardia y el convencido posicionamiento del autor tan alineado con la libertad.

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  4. Es uno solo poema, no recuerdo de qué libro, que escribió a su hijo estando en la cárcel. Es fácil de encontrar en la red, si tienes un rato, merece la pena. Como suele decirse, es guay que aún no lo hayas leído, y para mí, que haya podido descubrírtelo.
    Muy interesante tu blog.

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